domingo, 27 de julio de 2014

INJUSTIFICABLE JUSTICIA


Cuando la evidencia hay que recordarla con cierta asiduidad, ante la pasividad de los poderes públicos, nadie se rasga las vestiduras porque, como esta actitud parece que no va con ellos, mientras bordean los límites de la legalidad, significa que el andamio solicitado no está bien montado y el edificio puede venirse abajo. Quizás estas palabras puedan sonar algo intolerantes, incluso insolentes; sin embargo, a lo que conducen es a pensar que aquellos funcionarios competentes en los que descansa la legalidad vigente cuando tienen que actuar de oficio, eluden sus responsabilidades, miran hacia otro lado, se encogen de hombros, actúan con una afirmación, según aquello que le dicte el gobierno, lo cual es un auténtico sarcasmo.
Cataluña que, durante el régimen predemocrático, antaño región, hogaño autonomía, fue la niña bonita de la inversión española, aunque lo niegan hipócritamente, una bicoca que duró treinta y seis años, se dice bien, mientras otras regiones paupérrimas sobrevivían con muchísimo menos, que no hace falta nombrarlas, porque con un simple vistazo a los libros de la auténtica Historia, sería suficiente para recordar datos que dan auténtica vergüenza ajena. Unas regiones obligadas a la fuerza a que sus impuestos se desviaran para hacer posible el milagro florecido, que llaman catalán, sin acordarse de ser agradecida ningún momento después. Es más, como defensa catalana, se inventó, nunca mejor dicho, un eslogan que sirvió, pero sólo hasta que salieron la luz los tejes y manejes de las cuentas de sus gobernantes, incluidas las de los paraísos fiscales, y que dio el resultado apetecido: España nos roba.
Con el cambio de régimen, que lo ha sido solamente para algunos, los de siempre, los llamados currantes de toda la vida, sus primitivos incitadores pensaron continuar, y lo consiguieron. Su decisión se basaba en que, aunque habían variado las circunstancias temporales, con el andamiaje proyectado, podrían continuar haciendo el mismo chantaje hasta que, por ejemplo, se descubrieran sus cartas, casi lacrimógenas. Han transcurrido treinta y ocho años más haciendo creer que, esta autonomía, seguía siendo víctima sin que ninguna persona responsable, no tenían tiempo material, haya frenado este saqueo, porque todos los partidos políticos, sin excepción, les ha interesado articular una alianza con el mismo frente común, mientras el resto de las autonomías recibían del Estado las migajas.
Pero hete aquí que el penúltimo capítulo de esta Historia se está escribiendo actualmente desde hace varios años con más ímpetu, echando más madera al fuego, sin que nadie juicioso se mueva, no llame la atención ni ejerza la función de respetar y hacer respetar la Constitución española, que han jurado o prometido al hacerse cargo de su sillón aforado de oro cuando alguien, no una persona cualquiera, cuyo escándalo sería menor, cuyos huesos darían en la cárcel, sino todo un presidente autonómico, todo um Molto Honorable cuyas palabras, según se lee en la prensa diaria, incitan a cometer, por un lado, alta traición y, por otro, rebeldía contra el Estado español.
Es como si, de pronto, todas y cada una de las autoridades españolas se hubieran puesto de acuerdo en olvidar que existe un diccionario de la R.A.E. en el cual se expresa el significado de las palabras traición y rebeldía, figuras delictivas que sanciona el Código Civil y el Código de Justicia Militar, favoreciéndoles el hecho que en la época actual haya variado tanto la escala de valores morales que hasta el hecho de traicionar, el simple hecho de rebelarse contra el orden establecido, contra lo jurado o contra lo prometido se considera minusvalorado, una minucia, tanto que el propio Gobierno no puede, no sabe, no tiene fuerzas suficientes para tomar las medidas legales necesarias y adecuadas para que no se siga por el camino del engaño hacia la equivocación sin posible remedio. Razones más que suficientes por las que se debería suspender, ya que no lo hizo a su debido tiempo, esta autonomía porque es Cataluña, comenzando por Jorge Pujol y continuando por Arturo Mas, quién roba a España.
Tras haber analizado la economía de la comunidad catalana en estos últimos treinta y ocho años, se ve que la conspiración de los diferentes gestores ha dejado al descubierto que son incompetentes, poco serios, que gastan más que lo que reciben, que despilfarran dinero a espuertas persiguiendo una quimera. En política, con mayúsculas, se echa de menos los discursos inteligentes. Lo habitual es que se hagan discursos populistas, que nada aportan a la evolución de la inteligencia humana. En cuanto a las encuestas que manejan los magos de la irrealidad, ¿se ha hecho hincapié en cuántas personas con respuesta afirmativa tiene estudios universitarios, cuántos estudios primarios, cuántos son capaces de realizar lectura comprensiva, cuántos analfabetos funcionales, cuántos constituyen la raíz de la población autonómica catalana? Sin hablar de los inmigrantes y sus descendientes, acogidos todos ellos a ayudas sociales in aeternum para sobrevivir. Y, por supuesto, sin tener en cuenta la pregunta sobre qué idioma se habla prioritariamente en la calle, no en sus instituciones autonómicas. Es posible que se los encuestadores se asustarían llevándose las manos a la cabeza al tener que reconocer que el idioma Cervantes, castellano de pura cepa, es conocido y reconocido mundialmente, idioma que, por su número de hispanoparlantes, merece la pena invertir y recoger fritos, sin pérdidas.
Toda declaración de independencia es manifiestamente eufórica hasta que, con el paso de los días, se transforma en la cruda realidad de unos daños colaterales imprevistos que amargan la existencia, a ambas partes, durante varias generaciones. Mal que les pese a ciertos políticos catalanes, saltándose el articulado de la Carta Magna, no deben olvidar que aún está a tiempo de ejercer como tal el Gobierno central, está tardando mucho, hasta ahora en el límite de convertirse en compañero de viaje, hasta ahora indeciso en la aplicación de la Ley, lo que muestra un desgaste innecesario, un desmerecimiento institucional y, por último, que el Ejército español, así lo dice la Constitución en su artículo 8º, aún no ha dicho la última palabra, como garante de la unidad territorial del reino de España.

Alfonso Campuzano
             
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jueves, 24 de julio de 2014

LOS DESTERRADOS DE LA CRISIS


En tiempo de bonanza cualquier persona con un trabajo normal puede hipotecar hasta sus cejas para adquirir bienes, algunos tan necesarios como es el derecho a poseer una vivienda digna, muy bien reflejado en la Constitución española. Sin embargo, cuando al conjunto de ciertas mentes iluminadas se les ocurre pensar que la sociedad está viviendo muy bien, incluso por encima de sus necesidades, y disfrutando mucho, provoca una crisis con la intención de demoler, no sin gran esfuerzo, el hasta ahora conseguido Estado de bienestar. Y ahí, precisamente en ese momento, es cuando empieza un largo y penoso peregrinar.
Unas personas de conducta intachable, sin empleo, sin haber sido tentadas por el dedo de la codicia, buscan sobrevivir en la economía sumergida, incluida la chapuza, otras caen en la redes tendidas por gentes sin escrúpulos, que viendo publicados sus datos con nombres y apellidos, incluidas sus domicilios personales, en tablones públicos y demás medios de difusión, a punto de ser ejecutada la sentencia por impago de hipoteca, son visitados e incitados a ser contrabandistas y narcotraficantes para poder hacer frente a unos gastos que les sobrepasan. Puede que la primera vez se resistan a la tentación de viajar con todos los gastos pagados, pero cuando la deuda apremia, y la soga llega al cuello, en su desorientación social, termina por ceder.
Algo que nadie ha pensado es por qué estas personas arrastradas por los recortes la vida les ha volteado hasta renacer en los opuestos ciento ochenta grados. Y es que, de pronto, se ven retenidos en una cárcel extranjera, condenados por intentar salvar a su familia, cuando pasaban cierta cantidad de droga para beneficio de esos seres sin conciencia que buscan personas anónimas sin antecedentes penales. Entretanto, su familia abandonada con la cuerda aún más prieta, porque no le corresponde ningún tipo de ayuda benéfica.
No son cárceles de cinco estrellas como las españolas donde no hay hacinamiento y sí mucho ocio para poder practicar cualquier deporte, incluso zonas de spa y de jacuzzi, cuyo mantenimiento individual que cuesta al erario público más de mil quinientos euros mensuales, preparadas para ver desfilar una serie de políticos corruptos que, cuando se construyeron ya sabían quien iba  a habitarlas, un por si acaso, que tiene todos los visos de cumplirse, aunque no hayan devuelto lo que afanaron, sino que son mazmorras medievales con hacinamiento total y sopas aguadas, sin tropiezos que llevarse a la boca. En otros casos, menos difundidos, estas mafias no llega a tiempo de contratarles, porque se han suicidado.
Cualquier crisis se lleva por delante todo lo anterior. Al final de cada crisis los límites del horizonte son nuevos. La duración de una crisis termina en lisis dependiendo del alcance de su catarsis. Actualmente, cumplen condena en cárceles extrajeras, acusados de narcotráfico, unos dos mil españoles. Actualmente hay una O.N.G. española, de muy reciente aparición, en el panorama internacional, dedicada expresamente a ayudar a estos seres desdichados. Su nombre: + 34.

             ALFONSO CAMPUZANO

               
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