viernes, 31 de octubre de 2014

DESHONESTIDAD POLÍTICA



Entre las innumerables misiones que tiene la Guardia Civil y la Policía Nacional, en sus diferentes departamentos, igual que el Centro Nacional de Inteligencia (C.N.I.) es no dejar de investigar e informar, según directrices, en todo momento, incluidos dirigentes y políticos, desconociendo la razón, más o menos justificada, y archivando todo lo descubierto. No puede ser de otra manera. Lo sorprendente es no saber quién utiliza sus conclusiones. Quizá todo sean filtraciones hacia quien tiene suficiente poder para hacer uso de ellas. El problema que se plantea es si se acierta en la dirección adecuada. Pero ésta no es la cuestión. La cuestión es si toca o no toca sacar trapos sucios de quien sea, incluso de quien menos uno piense. Y tal cual, caiga quien caiga.
Conviene recordar que siempre ha habido controles institucionales. Por poner un ejemplo: el Consejo de Estado trabaja, lo mismo que los Consejillos. El Tribunal de Cuentas trabaja, lo mismo que los Tribunalillos. Otra cosa es que los hayan dejado trabajar tranquilos. Algo que, desde hace varias décadas, parece como inexistente. Los políticos de toda tendencia y condición se ha encargado de neutralizarlos, año tras año, para que no puedan lavar sus pingajos mugrientos. Así que nadie se ha atrevido aún, aunque ya va siendo el momento de poner los relojes en hora, para dejar a un lado el engaño institucional, y que los organismos del Estado funcionen pensando en el contribuyente y no en ellos. Deben ponerse al día que, para eso, sus presupuestos lo están.
Los contribuyentes no deben nada de nada a los políticos amorales, mientras que ellos sí porque, gracias a su codicia, un presidente de gobierno, erigido en El Señor de los Recortes a la vez que en El Señor de las Mentiras, está impulsando subidas descomunales de impuestos, la deslealtad, la ineptitud, por no decir otras atrocidades como la destitución de un director de periódico de tirada nacional. Se vive un momento en que se malinterpreta la Constitución, no se entiende, o se abusa de ella. Es frecuente leer sentencias judiciales, según la ideología, algo así como cuando se acierta a la lotería. Y a esto, ¿se llama justicia o debería llamarse resentimiento social? Es inmoral que, desde una autonomía, se chantajee perennemente al Estado sin que, desde el primer instante, el poder central haga prevalecer la ley, pensando que se manifiesta en connivencia. Ante estos hechos, si el responsable es consciente debe dimitir, pero si es inconsciente debe ser cesado porque demuestra que gobierna con una ineptitud supina. Tras un pícaro se esconde otro. En esta particular democracia nuestra se generan espontáneamente.
Ningún jefe de Estado de un país democrático debe/puede permitir que una sociedad esté a merced de jueguecitos de cuatrocientos y pico mil políticos, un gobierno y sus adláteres que quieren hacerse millonarios abusando con el agravante del alejamiento de la realidad social a la que está intentando destruir, teniendo como excusa una crisis que no deja de ser paradójica: hay más millonarios políticos, o pseudo, que antes del comienzo de la misma.
S.M. el rey abdicado, Juan Carlos I, que tuvo su particular cruce del Rubicone, salió airoso, tras siete meses después de haber sido proclamado rey, cuando consiguió que, en tiempos preconstitucionales, el presidente de gobierno, Carlos Arias Navarro, presentara su dimisión, en tanto que las Cortes del directorio se hicieran el seppuku, dando por iniciada la tramitación hacia la democracia que conocemos.
Actualmente, S.M. el rey Felipe VI, se encuentra ante algo, sino parecido, muy similar, aunque democrático ya, por lo que lo tiene mucho más crudo, sin olvidar que, al igual que su augusto padre, necesita un horizonte diáfano, necesita barrer las obscenidades y deshonestidades políticas cometidas durante el reinando anterior, lo que requiere un tiempo para el cambio, ante irresponsables con potestad que han intentado e intentan arruinar la marca España. El reino de España no se puede permitir tener, ante los contribuyentes, y ante el mundo, un gobierno que ha fomentado recortes a base de avivar la corrupción.
La partida de ajedrez ha comenzado en la que se juega el futuro de la Monarquía española. Ningún reinado, mejor o peor ejercido, es igual al anterior. Ha llegado el momento del atrevimiento, dentro de la política, con mayúsculas, pese a que hiede, a poner el ventilador en marcha, que conduzca hacia la catarsis por asfixia. Se exige un tiempo para la regeneración. Demos tiempo al tiempo para que desaparezcan aquellos partidos políticos que se niegan a pagar los créditos bancarios que solicitan, porque los intereses son abusivos, cargándolos en la cuenta de los contribuyentes, como ha ocurrido durante décadas. Un tiempo que dé lugar al cese de cargo/s; a la devolución de dinero y patrimonio deshonesto; a la inhabilitación perpetua; a la pensión mínima; al cumplimiento pena. Es de esperar que de aquí a tres meses más se produzca una reacción en cadena de ceses/dimisiones.
Hay que conseguir que sea normal el que la financiación de un candidato y de un partido político parta de los interesados, ayudados por afiliados, militantes, votantes, simpatizantes, etcétera. Si el candidato o el partido no tienen dinero, se siente, que no elijan la política como vía de enriquecimiento, que se busquen la vida, dentro de la ley, y si lo encuentran que se presenten y si no, cambio de tercio. Las prebendas, a costa del Estado español o de los contribuyentes, las justas.
Solamente en concepto de sueldos, y desde el año 1978, los políticos españoles han recibido del Estado más de dos billones de euros. Gracias a estas fortunas amasadas sin control, sin declarar a la Hacienda púbica y sin gravámenes, erigidas en patrimonio, ha hecho su aparición una nueva clase social alta. Se dice pronto y bien, mientras que actualmente la deuda externa española es de algo más de un billón de euros.
¿Hay alguien ahí fuera que necesite una calculadora?

Alfonso Campuzano
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jueves, 23 de octubre de 2014

CARTA A LA EX TENISTA GALA LEÓN


Como un seguidor del deporte tenis, que en los comienzos de los años sesenta, quizá debido a que los torneos más conocidos eran los practicados por jugadores amateurs, sólo se daba publicidad, tanto en la prensa escrita como en las pocas horas que duraba la programación de televisión española, de la Davis Cup y de los cuatro Grand Slam: cuando el actual Australian Open se llamaba Campeonato de Australia; Les internationaux de France de Roland Garros; Wimbledon; y cuando el actual US Open se llamaba Forest Hill. Una época en que España, siendo finalista en dos ocasiones en la Davis Cup, gracias a Manolo Santana, llegó a cruzar las bolas nada menos que en Australia, alarde que fue correspondido por televisión española con su retransmisión de madrugada, igual que cuando el primer hombre pisó la Luna. Ninguno de los tres eventos dejé pasar. Digo alarde, y lo digo bien, ya que el cierre de la programación televisiva era a medianoche con la reflexión diaria de El alma se serena.
La Davis Cup se mantiene, desde sus comienzos, como una competición entre naciones, eminentemente masculina, aunque con ciertas variaciones. Habría que analizar el por qué, aunque no es el momento. Ésa, y no otra, es la gran diferencia entre ella y los cuatro Grand Slam. Los tenistas que han hecho de este deporte su profesión dan preferencia, más que nada por las ganancias que les reporta, a los torneos disputados dentro del circuito A.T.P., es decir, los ya citados y los Master 1000, 500, 250, que ocupan la totalidad del calendario anual. La Davis Cup, aunque importante, ocupa en su planteamiento un segundo término, posiblemente porque su caché no se adapta a la competición, pudiéndose deducir que la Federación de Tenis Española no dispone de presupuesto adecuado a la singularidad de los tenistas, y menos aún a la de un capitán masculino.
Los acuerdos de la Federación de Tenis, en la búsqueda de un capitán del equipo, no habían llegado a buen pacto con las personas idóneas. En los últimos años, sin saberse las causas, el equipo ha cambiado varias veces de capitán, todos ellos de elite, grandes conocedores del circuito competitivo, y entre sí, algo importantísimo. El capitán junto al equipo, y así lo ha sido siempre, debe formar una piña, ser un sólo hombre, debe buscar y encontrar la empatía total y absoluta, si es que quiere triunfar.
A partir de este instante, sin buscar el consenso, siempre desde la distancia de la imposición, una mujer, antigua tenista, la directora deportiva de la federación tiene la ingeniosidad de que ella puede ser, por primera vez en la vida de la Davis Cup, el/la capitán/a del equipo español, siendo aceptada por el presidente, quizá como pago a servicios prestados, sin haber llegado a preguntar a los jugadores para consensuar su nombramiento y, por supuesto, sin conocer totalmente a los participantes. La práctica de este ascenso es una acción propia de suicidio, pues en el momento mismo en que, sin conocer el particular entramado del torneo tenístico, se tiró al vacío. La noticia, hace varias semanas, , como un bombazo, a los titulares deportivos.
En una de sus primeras declaraciones, tan inconsecuentes como desafortunadas, se le escapó una máxima lapidaria: aquellos jugadores que no compitieran en las rondas la Davis Cup, no podrían participar en los Juegos Olímpicos 2016. ¿Acaso quería explicitar de antemano que no entraba con buen pie y que no la aceptarían? Mal comienzo y mucha carnaza para el personal que escuchaba. La noticia es la noticia, y hay que cazarla al vuelo, como a todo pájaro, momento en que la prensa, comenzó a hacerse eco de diferentes entrevistas, dando pábulo a expresiones sacadas de contesto, tergiversando términos, considerándolas sexistas, llevándolas al terreno que alargara la noticia, hasta conseguir lo que se pretendía.
La Federación Española de Tenis, desde los años sesenta, no cabe duda que ha mejorado, aunque sigue mostrándose demasiado cicatera e insensible con los mejores jugadores. El curriculum deportivo de la ex tenista Gala León, aparte de ser una persona extraña y de mediocre valía profesional, nunca estuvo entre las top ten del ranking mundial femenino, y tampoco como entrenadora se conocen sus cualidades. La imposición de un/a capitán/a sin consenso, y más en tenis de elite masculino, juega malas pasadas, sobre todo cuando falta experiencia, veteranía y, sobre todo, empatía. España, como pentacampeona que es, necesita un capitán que haya estado entre los top ten de tenis, como hasta el actual incomprensible nombramiento. Que no se vea en estas palabras ni el más mínimo asomo de menosprecio ni acritud hacia esta designación. El equipo español de la Davis Cup se la juega con cada elección de un capitán, de ahí sus resultados. Se trata, sólo para quien lo quiere ver, y no está ciego, de aptitudes, habilidades, condiciones, pero nunca de género, como se ha pretendido maliciosamente exponer.
Para finalizar, el tenis mundial apostará por la igualdad de oportunidades cuando las mujeres decidan y exijan jugar en los Grand Slam a tres set ganados, como hacen los hombres, mientras tanto habrá torneos de género masculino y de género femenino.

Alfonso Campuzano
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jueves, 16 de octubre de 2014

CARTA AL ALCALDE DE VILLAFRECHÓS


Siempre es loable que un bienhechor se haga notar en una sociedad que necesita prosperar. En este caso ha sido un donativo de alta tecnología a base de un moderno equipamiento quirúrgico con sus bisturíes eléctricos y demás accesorios valorado en unos cuarenta mil euros. Nada que objetar en cuanto al aparato, aún sin inventariar. Lo que sí admite una réplica es que el asesoramiento posiblemente no ha sido encauzado convenientemente. Quien ha alimentado esta vía de donación no ha debido tener muy claro lo que son las especialidades quirúrgicas, cuya formación, sólo para tener el título en mano, es de cinco años. La experiencia tarda en llegar, o no llega nunca.
Los vecinos de Villafrechós jamás podrán beneficiarse de lo que ha sido planteado como una utopía. Alguien ha cometido el grave error de dar falsas esperanzas a una población que, por tener dos bisturíes eléctricos a su alcance, no va a tener que desplazarse a un centro quirúrgico, siempre que sea necesario, a resolver la lesión que sea necesaria tratar. Es posible que, como siempre, se haya tratado de una ocurrencia política, sin que se haya detenido a analizar las consecuencias, tanto tempranas como tardías.
La utilización de un bisturí, como todo instrumento de trabajo, tiene ventajas e inconvenientes, pero sólo en manos de un cirujano, pues en otras manos todo, absolutamente todo, abocará hacia complicaciones indescriptibles. La pretensión de hacer pequeñas intervenciones en un Centro de Salud es una alucinación y un riesgo al que no se debe someter gratuitamente a la población. Pretender poner placas en fracturas es trabajo propio de un traumatólogo bien formado y no de un médico de asistencia primaria. La extirpación de verrugas debe practicarlas un cirujano ya sea general, dérmatológico, plástico, enviando las piezas al Servicio de Anatomopatología para que, con su estudio, dicte el diagnóstico preciso, y no surjan sorpresas. Para contener hemorragias hay que saber qué vaso y qué órgano sangra, propio de un cirujano, en general. Por tanto, las lesiones propias de patología quirúrgica, las que sean, sin perder tiempo, es mejor desplazarlas al centro adecuado y no tratar de experimentar con el paciente. Eso jamás.
Con una jornada de formación ningún médico general sensato se atreve a utilizar un material quirúrgico. Una charla es una charla, aunque las explicaciones prácticas se hayan hecho con pollos y terneras. Todo bisturí eléctrico, antes de utilizarlo, dispone de una placa de toma de tierra que debe estar perfectamente colocada y, aún así, puede producir quemaduras cutáneas graves. Todo conocimiento ayuda a prosperar, pero de ahí a manejar un utensilio sin formar adecuadamente, aparte de una barbaridad, es una temeridad. Quienes están formados en cirugía son los cirujanos, nunca los Médicos de Centros de Salud, aunque atienda a trece pueblos, como atiende Villafrechós, que bastante tienen con resolver los problemas primarios de sus pacientes como para que, además, se metan en charcos.
El mayor error, el primigenio, por mal encauzamiento, es haber soñado la donación de este abastecimiento quirúrgico a un centro médico sin cualificación quirúrgica. Este material debió donarse a un centro quirúrgico, aún está a tiempo, antes de que se deteriore por falta de uso y de mantenimiento.
No es de extrañar que, con muy buen criterio, el señor consejero de Sanidad no le haya dado respuesta a las veces que ha intentado contar su aventura pseudoquirúrgica. No dude, señor alcalde, que si el centro de Villafrechós, en vez de ser médico fuera quirúrgico la propia Consejería de Sanidad de la Junta de Castilla y Léon (SACYL) lo habría dotado de cirujanos y de bisturíes eléctricos.

Alfonso Campuzano
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