martes, 23 de diciembre de 2014

POSTPUJOLISMO


Desde 1939, Cataluña ha sido la niña bonita del Estado español preconstitucional, que ha continuado siéndolo postconstitucionalmente, pese a sus continuas provocaciones, impidiendo la evolución normal de la Marca España, despilfarrando todo aquello que recibe de la Hacienda española a base de premisas falsas, pero no en beneficio de los catalanes sino de aquellos políticos maniáticos de catadura moral indefinida, que tienen la faltriquera presta, amplia y apropiada, pues saben que todo lo que pidan le será concedido por el ministro de Economía de turno que siempre ha estado, y está, al servicio catalán, de ahí que el inadmisible actual, Montoro, le ha faltado tiempo para anunciar, dado que se ha dado el pistoletazo de salida de los próximos comicios electorales, que cede y perdona los intereses a las diecisiete fincas, incumplidoras con el déficit fiscal, beneficiando de manera ostensible, qué casualidad, a dos regiones: catalana y valenciana, a cambio de humo. Sin caer en la cuenta, no está el horno para bollos que, dada esta generosidad, les da pie para seguir dilapidando y continuar riéndose de los contribuyentes.
Unos legisladores que, durante casi cuatro décadas, han perdido el tiempo sesteando, a base de no saber o no querer desarrollar, mediante las leyes correspondientes, todos los artículos de la Carta Magna. A cambio, no han engañado haciendo leyes para sus conveniencias, para sus latrocinios, sin poner orden ni concierto cuando veían al vecino de butaca lo que hacía, sino imitándole, sí mirando hacia otro lado, haciendo creer a los contribuyentes que cumplían con el programa electoral. Han ganado lo suficiente para conseguir unos patrimonios propios de una clase social emergente. Actualmente, los partidos políticos de siempre, por higiene social, deberían buscar la sustitución de todas las figuras sospechosas.
Los quinientos mil políticos españoles tienen a su disposición veinte mil asesores, lo que muestra y demuestra que no están preparados para gobernar el reino de España y menos aún las diecisiete fincas, pues se manifiestan como algo zotes, o bien es un disimulo para practicar nepotracia, pese a que le cuestan al contribuyente español mil millones de euros al año.
Después de ampliar en dos millones el número de funcionarios sin oposición y designados libremente, léase, dedo, dedito o dedazo que, en vez de ser prescindibles, que lo son, cobran más y se retiran con indemnización, prescinden de funcionarios con  oposición porque los hacen sombra. Después de rebajar los salarios primeramente, pasa del quinquenio, y a continuación congelar. Después de  expoliar la paga extraordinaria Navidad 2012, conseguida en plena Dictadura hace setenta y un años. Después de recortar los derechos sociales conseguidos. Después de cargarse el Estado de Bienestar. Todo ello, debido a una extralimitación de funciones incontroladas y sin exposición justificada de motivos por parte de El Señor de los Recortes y de las Mentiras que, por mucho ánimo que aplique al recién inaugurado cuarto tramo de la Legislatura, ¿quién le va a creer?
Según el TS, los convenios laborales seguirán vigentes hasta la firma del nuevo, precisamente ahora que los convenios benefician a la empresa, dados los recortes, y no al trabajador, lo que quiere decir, en términos vulgares, que no se mejorará social ni económicamente en muchos años. Nos encontramos en la antesala de otra nueva Dictadura, eso sí, muy democrática. Con estos acuerdos es fácil recordar a los agentes sociales actuales como si, en su pronta catarsis, hubieran resucitado en su propio tejido los antiguos sindicatos verticales. 
La sociedad está viviendo una agonía política al intento de mantener una Legislatura ya agotada, donde ningún político se fía de nadie, donde todos están al mismo nivel de corrupción, hasta la coronilla. Hieden. Nueva clase pudiente: partidos y sindicatos. Todo puede corregirse con varias docenas de huevos.

Alfonso Campuzano
            
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