martes, 10 de marzo de 2015

A VUELTAS CON EL CASO 11M


La masacre ferroviaria del 11 de marzo de 2004 tiene todas las posibilidades de haber sido un vergonzante golpe de Estado civil no reconocido oficialmente – Alfonso Campuzano

La primera pregunta que se le puede ocurrir a una persona con la cabeza bien colocada sobre los hombros, y, sobre todo, bien nacida, es: ¿qué mente, maquiavélica puede decirse, imaginó y puso en práctica el atentado, que se vivió en Madrid el 11 de marzo de 2004 con la consecuente masacre ferroviaria?
La respuesta, cuando el análisis minucioso parte de una premisa muy difícil de averiguar, tanto si es verdadera como falsa, ayudado del estudio comparativo de casi toda la información leída y vista, es muy difícil de averiguar.
La impresión que da, sin llegar a pronunciar siquiera una frase, produce escalofríos sólo con oírla, es que un grupo/club, más o menos mayoritario, no importa el nombre, ni va a importar, dio un Golpe de Estado Civil, porque las fuerzas militares, desde los años ochenta, in crescendo, están muy ocupadas en desplazarse a lugares, enviadas por el Gobierno correspondiente, en misiones de paz, prohibiéndolas pegar un sólo tiro, según el actual Código Civil, salvo en defensa del territorio nacional, que no es el caso, donde hay confrontaciones de guerra, muy lejos, donde pongan todo su saber sobre el propio terreno, donde se expongan, incluso paguen con su vida, imitando, sólo en parte, lo que hacían las legiones romanas y los estadounidenses, desde hace poco más de un siglo, con sus tropas y flotas navales, de manera que no se les ocurra, ni siquiera por ocio, dar un golpe de estado castrense.
Tanto la instrucción como el sumario y el juicio merecen ser investigados en profundidad como reflexión de lo que no se debe hacer, tal que encaminar las pruebas, como si tuvieran patas, hacia la versión política que más interesaba: ¿al Gobierno, entrante o saliente, al Estado, a…? Es posible que jamás se sepa. En ocasiones, aunque se llegue a conocer la verdad, resulta patético dar nombres porque la vida ha de continuar y cada uno ha de representar el rôle para el que ha venido a este mundo.
Hasta una docena de explosiones tuvieron lugar en aquel macroatentado donde destacaron graves irregularidades, ilegalidades, tropelías a la Ley, algunas cometidas por el comisario, actualmente ex jefe de los Técnicos Especialistas en Desactivación de Artefactos Explosivos (T.E.D.A.X.), verdadero artífice de la destrucción de pruebas como objetos y hasta veintitantas muestras, todo ello recogido en los cuatro focos de los trenes que, a los tres meses, mediante una orden del juez instructor, y siguiendo órdenes de una fiscal, que se inventó la versión oficial vs gubernamental, que todo el mundo conoce.
El comisario, en lugar de relevarlo por su nefasta actuación, el titular del Ministerio del Interior lo ratificó en el cargo, lo que hace pensar en la similitud con el ascenso de cargo público de Arias Navarro, como premio a la ineptitud, tras el atentado que sufrió Carrero Blanco, presidente del Gobierno. Lo mismo que los derroteros descubiertos parecen seguir el mismo camino, ya trazado antaño con los famosos Grupos Antiterroristas de Liberación (G.A.L.), de infausto recuerdo por su connotación de guerra sucia o terrorismo de Estado, convertido en una conspiración estatal de omertà. Y, las víctimas, hasta el momento, despreciadas, marginadas, vilipendiadas,  tachadas, con todos los apelativos inimaginables.
Así que, actualmente se puede decir tras once años, con permiso del Ministerio del Tiempo: ¿quién continúa engañando a quién?, porque el secreto, como procede, se levantará dentro de cincuenta o setenta y cinco años, y parcialmente, sobre todo porque personas, entidades o instituciones que se han visto implicadas en mayor o menor trascendencia, por sus prerrogativas, impide toda actuación judicial inmediata y futura.

ALFONSO CAMPUZANO
            
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