lunes, 6 de abril de 2015

CENTROS SANITARIOS


Las Instituciones Sanitarias de la Seguridad Social se clasificaban, y se clasifican, en abiertas y cerradas, aunque actualmente no con tanta claridad como cuando se celebraban concursos oposiciones cada trimestre, antes de 1982, cuando las instituciones se preocupaban del cotizante, como persona y no como una posible criatura a la que es necesario cosificarla para rapiñarla.
La asistencia en régimen de internado se hacía efectiva en las Instituciones sanitarias cerradas de la Seguridad Social o mediante concierto y en aplicación del principio legal de coordinación hospitalaria, en las clínicas, sanatorios y establecimientos de análoga naturaleza de la Organización Sindical o de carácter público o privado.
Hasta aquel año las instituciones abiertas, es decir, consultorios y ambulatorios y las cerradas o residencia de la S.S., cada una y anualmente, realizaban cuatro concursos-oposiciones y cuatro de concursos de traslados por toda la geografía española, sumando un total de 16. Después ha habido varios, pocos, desmembrados, a una gran distancia de todo lo anterior, en detrimento del aumento paulatino hacia la libre designación, la interinidad, el contrato laboral, el amiguismo.
Ningún ministerio ha quedado libre de esta epidemia que apunta con el dedo hacia el nepotismo o, mejor dicho, nepotracia, pasando de ser unos seiscientos mil funcionarios a los más de tres millones, algunos de ellos, artífices fundamentales a la hora de sacar los trapos sucios de los políticos por lo mal que se han portado con ellos. Y continuarán.
Desde los años cuarenta los médicos españoles que deseaban tener un sueldo decente se planteaban una oposición tras otra en cuyos desempeños laborales sólo les exigían la presencia de media hora, aumentando gradualmente a una y, como mucho, dos horas, por las que cobraban y se les retenía mensualmente lo estipulado de cara a su jubilación hasta que llegaron los años ochenta y, mediante un decretazo, aquellas plazas desaparecieron por amortización (entre ellas, las famosas Casas de Socorro) y con ellas las cantidades cotizadas: solamente se podía disfrutar una pensión y no varias. Y el dinero retenido, que tampoco disfrutado, se lo quedó Hacienda por orden de aquel Gobierno. Todos los juicios contencioso-administrativos planteados por los médicos contra la administración se perdieron, como si los jueces estuvieran en nómina.
Una consulta popular tipo comicios/elecciones no significa que los políticos pueden entrar a saco en la Caja de Pensiones y distribuirlo como si fuera suyo, que evidentemente no lo es. Y, ¿quién controla al controlador? ¿Qué partido político o sindicato puede presumir que tiene un certificado firmado por sus votantes, en el que conste que puede hacer lo que cualquier dictador hace? Sólo aquél cuya normativa así lo dicta, por supuesto, siempre acompañada de una ley electoral afín.
La política es como la mano del mortero que sólo sirve para machacar psicológicamente y quitar la ilusión. Como cada vez hay menos corridas donde apuntillar toros se ha abierto la veda para apuntillar funcionarios.

Alfonso Campuzano
             
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