lunes, 1 de junio de 2015

LA BOCA SELLADA



Los políticos españoles, desde hace quinientos años, han arruinado a España más veces que dedos tiene una mano y camino de otra andamos; sin embargo, a pesar de los desbarajustes sufridos, ha conseguido resurgir. Y los medios de comunicación actualmente ayudan poco con su insaciable machaconería constante diaria y horaria, con sus puestas a punto que se clavan en lo más profundo de cada ser, que debe codificar sin alienarse.
Tanta boca sellada durante cuatro décadas para que, de pronto, gracias al cambio de la dirección del viento, cuando la correa de transmisión de la cadena deja de estar engrasada con el corretaje del 20%, comienzan a vomitar aquello que la digestión pesada mantuvo en vilo al Estado, y que ahora quiere limpiar. Es como si se hubiera producido un pistoletazo de salida, ¿tras la abdicación del rey padre, emérito actualmente, y coronación de su hijo?, en busca de la anhelada regeneración de unos políticos impresentables y consentidos, que deben dejar paso a otra época más austera para ellos y más dispensadora de alegrías para los contribuyentes, grandes perjudicados, tras impropios desmanes.
Durante este tiempo, desde hace un par de generaciones, han tenido lugar varias crisis económicas. Quizá la peor de todas haya sido la última, negada hasta la evidencia, y de la que han tomado nota todas las clases sociales, fundamentalmente la media. Los contribuyentes españoles deberían ser indemnizados al haberse sacrificado por unos políticos que, dadas las circunstancias, no se lo merecen. La especie humana, desde que descubrió el fuego, se ha dedicado a vender su humo al vecino, y parece que ha dado muy buen resultado, sobre todo cuando en el horizonte continúan formándose partidos políticos en busca de algo que rascar.
Qué obsesión, para que no se note tanto, con querer privatizar, subvencionar, concursar todo aquello que funciona, a fin de poder manipular la empresa constituida fundamentalmente por trabajadores que, por su discapacidad física o psíquica, no sirven, no dan la talla exigida, que entran por medio de un turno especial, muy a gusto de los políticos, y posiblemente de los empresarios, cobrando lo mismo que otros que hacen su trabajo por el mismo precio, y así poder seguir expoliando a la empresa pública. Todo esto lo conoce muy bien el funcionario verdadero por oposición.
Esta Partitocracia, encallada cual pecio, que dura ya ocho lustros, necesita dar un paso, con el permiso de las instituciones, cambiando las reglas de juego, que incluya el ostracismo para aquellos políticos sospechosos, ahora mismo lo son casi todos, para poder evolucionar hacia una Democracia. La elites financieras, lo saben muy bien, frenan las reformas, creando un problema de riesgo moral: cuando todo va bien no necesitan a nadie, mientras que cuando van mal, necesitan ser rescatadas por los Estados.
Si los bancos compran deuda soberana, están en su derecho, deberían ser los accionistas, y no los contribuyentes, quienes pagarán por ello. Algo, hoy por hoy, muy difícil de interpretar, cuando lo que parece que persiguen es la propagación del prorrateo de la miseria y restricción de la distribución de la fortuna.

Alfonso Campuzano

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