lunes, 5 de octubre de 2015

DESILUSIÓN TRANSICIONAL


El revanchismo sobre símbolos, enseñas, juramentos, promesas ocupa un territorio neuronal deficientemente desarrollado - Alfonso Campuzano    


Pretender, a través de los años, ayudados por la desmemoria social alzheimerzada, incluso fumada, tergiversar hechos históricos, en plan revanchismo, en connivencia con los Juzgados de turno, ganar una guerra perdida, va a ser que no.
Pulula en el ambiente la sensación de que, a fecha de hace aproximadamente un par de años, se vive la descomposición de un segundo régimen político vivido. Es como si se estuviera donde se estaba con la sensación de no haberse movido.
Según el periódico que se lea, a fin de contrastar noticias, así marcha el Gobierno español, incluso sus diecisiete bandos/facciones/jaulas de grillos/tribus. Una noticia de hoy en un periódico ha parecido ya o, sin tardar, aparecerá en otros, porque han aprendido a olvidarse de poner la fecha comunicada por su agencia de noticias, tal y como se hacía antaño, a costa de querer vender actualidad, aunque sea retrasada y adulterada.
La desilusión comienza cuando el votante se da cuenta de que, como sea, quiere salir de una dictadura, le engañan y, de pronto, al cabo de varios lustros, se encuentra ante una tiranía, a punto de convertirse, si viene el caso, en otra dictadura partitocrática, eso sí, que lo es, y permitida. Y se encuentra a los políticos de siempre, hasta Dios sabe cuándo, más acomplejados, amorales, corruptos, fanfarrones, ineducados, ineptos, mentirosos, sin un mínimo de pudorosas neuronas en lo que basar sus pretensiones y programas electorales, ya que, cuando alcanzan el poder, gracias al erario público, caracolean con símbolos, enseñas, juramentos y promesas que los ayudaron a llegar, se dedican a desandar lo andado por el gobierno anterior, impiden evolucionar a España, y así hasta el bucle infinito.
Los políticos creen lo que sus fervientes votantes, pese a votar, no hay otra fórmula, no creen. Los políticos ya se encargan, durante cada legislatura, a promulgar leyes, ya van cercanas a las veinticinco mil, que los hacen casi inmunes ante sus propios desmanes administrativos publicitados como pócimas prodigiosas envueltas en fórmulas popularistas imposibles, que responsabilizan a los administrados, menos cuando, por ensalmo, destaca algún juez que otro, enderezando la vereda desviada, y con alguna consecuencia nefasta para el aforado.
Los cuarenta años preconstitucionales han generado cuarenta años constitucionales de engaño partitocrático cuyo resultado, tras la alternancia de partidos en el poder, ha sido el aumento desproporcionado del patrimonio de los políticos en comparación con la sociedad, dando gracias a la administración de justicia, tan culebreada ella, que se disfruta en el territorio español, es posible que tengan que transcurrir cuarenta años para que la regeneración política sea visible, pero solamente en el horizonte.
En las legislaturas preconstitucionales, lo que está ocurriendo en la vida política española actual, era impensable. Ahora parece como si el director de orquesta estuviera exhibiendo la batuta para dirigir, mientras los músicos, sin rechistar, aceptan sus signos aéreos, una vez que se ha abierto la veda de la caza del político inconsecuente con el cargo asignado.
Una nueva legislatura, inaugurada por S.M. el rey Felipe VI, está a punto de iniciarse y, no cabe duda, será totalmente diferente a las anteriores.


Alfonso Campuzano
             
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