lunes, 22 de agosto de 2016

PROTECCIONISMO SIN VÍAS DE EXTINCIÓN

La selección natural no necesita de ecolólogos ni de subvenciones públicas, pues se basta con sus propias leyes Alfonso Campuzano



A lo largo de millones de años, a través de la selección natural, es decir, la supervivencia del más fuerte, las especies prosperan en su adaptación al medio o se extinguen, da igual que se aporten subvenciones públicas, pues si deben desaparecer, así está decidido, desaparecerán, y sin remedio, mediante unas leyes físicas desconocidas, que tanto a la especie humana le cuesta descubrir y aplicar, que ayudan a a seguir su propio curso sin importarle las especies que lo habitan y, sobre todo, lo que hacen, aunque sea contraproducente, ya que, tanto la limitación de especies como la contaminación del planeta es digerida por dichas Leyes de la Naturaleza, que aviva su ingenio para evolucionar.
Pretender que las especies en extinción sobrevivan a su era es ir contra naturam. Lo que no se entiende muy bien es por qué una especie desaparecida, por las causas que sean, tiene que plantearse, desde los poderes públicos, su reintroducción con cargo a los impuestos.
Los ganaderos de Castilla y León, desde hace más de veinte años, están hasta las cejas, y hasta el moño, según inclinación sexual, o casi, de los vericuetos orales lanzados por Bruselas en defensa del lobo, sufriendo en las carnes de su cabaña ganadera los ataques de una especie depredadora que, para unos es cinegética y, para otros es protegida, sin que tenga visos de extinguirse, es más, aumenta casi exponencialmente cada año en expansión geográfica y en población, mientras que esta inversión, lo mismo que las investigaciones, así como la indemnización por desperfectos causados, sale del dinero público, es decir, pagado por los impuestos casi confiscatorios de los contribuyentes, mediante la suscripción de pólizas de seguros que manejan las autonomías, unos dos millones de euros, que se sepa, que podrían ser más. Mejor es tener controlado al lobo que hacer y pagar unos seguros, que a alguien lucra.
Es muy difícil, casi imposible, hacer entender, a quien no tiene conocimiento, a quien no quiere escuchar, quien no se ha parado a hacer números ni se ha detenido a realizar un modelo de necesidades, sobre todo en la UE, que ganadería y lobo son especies animales incompatibles.
Existen multitud de proyectos, que se airean diariamente, para intentar salvar especies, tanto vegetales como animales, amenazadas en peligro del extinción y pocos, muy pocos, para salvar a la especie humana de la cantidad de necesidades, como la hambruna, que asolan al planeta, como consecuencia de dictaduras, de guerras.
La pretensión de la conservación caprichosa extremista de cualquier especie, fauna o flora silvestre, ganadería o agricultura, intentando controlar lo que es incontrolable dentro de la Naturaleza, es mínimamente efectiva, debiendo ser menos sectaria, menos doctrinaria, y más sensata, es más, no hay que ser tan pesimista, como manifiestan ecolólogos, pues siguen apareciendo especies animales, solamente dieciocho mil (18.000) en 2015, y vegetales nuevas y desconocidas, mientras otras se extinguen: esto, y no otra cosa, es la vida en este planeta, llamado Tierra.

Alfonso Campuzano
            
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martes, 16 de agosto de 2016

BIPOLARIDAD POLITICA

La barbaridad bipolar de las instituciones españolas ante la situación de desempleados, inmigrantes y refugiados  Alfonso Campuzano

Con un volumen superior a cinco millones de españoles desempleados, con un volumen indescriptible de españoles empleados a tiempo parcial, incluso por horas, desde hace más tiempo del imaginado, un Gobierno esquizoide y bipolar que, en principio, con tal hecho, suma con la acogida interesadamente tolerante a inmigrantes/refugiados, sin contar que, si por casualidad, alguno es titulado superior, su reconocimiento podrá tardar, burocráticamente hablando, entre dos y tres años, y, mientras tanto, el contribuyente se lo carga a la espalda.
Países como Alemania, Dinamarca, Suiza, por citar sólo algunos, están considerando que aquellas personas que soliciten asilo, político o no, deben colaborar inexcusablemente en su manutención a fin de evitar agravios comparativos con los oriundos/autóctonos contribuyentes, incluso desempleados y, con ello, asegurar que, tanto unos como otros, sean iguales ante la Ley.
La normativa española es un inmenso coladero donde hay demasiada letra pequeña y más agujeros que un queso de Gruyère al considerar que, desde hace mucho tiempo existe un perjuicio comparativo, entre grupos sociales que aportan y los que, por exclusión, siendo minorías étnicas y marginales, no aportan nada al sistema social, aunque sí se benefician de todas las ayudas y prestaciones habidas y por haber, que difícilmente lo consiguen los desempleados.
La solución pasa por conseguir que desaparezcan las causas primigenias de esta inmigración forzada y masiva, pero parece como si no existiera interés alguno por alcanzar algo tan elemental como es el diálogo, ya que los conflictos armados se eternizan gracias a las vías indirectas de testaferros que suministran armas a quien no se debiera.
¿Es tan difícil para los políticos, en general, reubicar a los inmigrantes/refugiados en territorios afines a su cultura y costumbres, donde puedan realizar trabajos que saben hacer? Porque ¿qué negocio empresarial laico puede obtener un beneficio con trabajadores cuya religión les obliga a rezar entre tres y cinco veces al día, según sean respectivamente suníes o chiíes; a ayunar durante un mes, día a día, desde que amanece hasta que anochece; a vestir diferente, tanto los hombres como las mujeres, bajo la supervisión de una policía religiosa? Una religión que está hecha para la agricultura, pero no para la industria, con directrices sociales de hace más de quinientos años y sin visos de no abrirse para evolucionar.
Aunque depende de las CCAA, tanto inmigrantes como refugiados, en los colegios, además de regalarles el uniforme, desayunan, comen y, al regresar a casa, se llevan una mochila repleta de comida. Así diariamente. Gratis total. Y mantenimiento de agua, luz, alquiler y gastos personales. El desempleado oriundo/autóctono español no tiene acceso a estas ayudas. Una injusticia. Y cada mañana, dirigidos por asistentes sociales, les enseñan las leyes y derechos españoles para defenderse, pero no los deberes de colaboración, algo que jamás un autóctono ha tenido esta oportunidad, como si se diera por hecho.
Desde hace tres lustros, el 87% de las víctimas del yihadismo son países islámicos, gracias a la intolerante guerra civil islámica entre chiíes y suníes, que dura más de un milenio, aunque actualmente protagonizada por el Daesh/IS, mediante sus creencias, sus consignas, sus medidas atroces, se está extendiendo por territorios contrarios a sus creencias y costumbres con la idea de que se parezca a una lucha entre Oriente y Occidente, cuando lo que está ocurriendo es que ha aumentado la inmigración de ambas facciones, en la que se ve inmersa, sin comerlo ni beberlo, la población occidental que, en su ignorancia, los ha acogido y los acoge, sin conocer el avispero en el que se ha metido.
Los inmigrantes/refugiados pagan entre 1.000 y 5.000 €/persona. Dos formas de pagar, o quizá más: no son pobres, porque los pobres no pueden permitirse ese lujo, así que se lo pagan delinquiendo: comprando documentación falsa, pasando droga, etcétera.

Una visión objetiva, dentro de las múltiples que existen, desde el respeto y la tolerancia.

Alfonso Campuzano
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