viernes, 27 de enero de 2017

ADAPTACIÓN ANIMAL


La adaptación al medio ambiente y al ecosistema, lo mismo que trasladarse, o emigrar, en el devenir de los milenios, son algunas de las muchas formas de sobrevivir que tienen las especies – Alfonso Campuzano

El conocimiento, y la tecnología avanzada, hace que se comprenda con mayor detalle las costumbres existentes fundamentalmente dentro del reino animal. Lo que se creía que era uniforme, nunca lo ha sido, no es sino variable, dependiendo de la época.
Es obvio que, desde el comienzo de los tiempos, las acciones de los habitantes seres vivos del planeta terrestre, aparte de que son intérpretes geodinámicos, han quedado modeladas en los diferentes residuos sedimentarios estratificados que se han ido encontrando en innumerables excavaciones arqueológicas.
Todas las especies, igual que la humana, si tienen que adaptarse al cambio del medioambiente y ecosistema en el que viven, porque cambia, se adaptan, como lo han hecho a lo largo de millones de años, trasladándose de un lugar a otro, como única exigencia para sobrevivir, tratando de violentarlo con su desplazamiento, pese a que pueden fenecer en el intento, y si tienen que desaparecer, o transformarse, lo harán.
Así como la orografía terrestre no es uniforme ni tiene por qué serlo, las especies tampoco lo son. Cualquier vida desarrollada se modifica según el entorno en que se encuentre lo adaptado, de modo que la amplia pluralidad de especies puede variar hasta casi el infinito.
Las especies en vías de extinción, o casi, según el decir de ciertos ecolólogos, volcados en defender con énfasis, y a ultranza, a todo ser vivo que se precie, menos a la humana, se recuperan gracias no a un creciente amparo social, sino a ciertos políticos caprichosos, que imponen su voluntad mediante el dinero de los contribuyentes, con el cual, si se les deja, llegan a malversar hasta casi el fin del mundo.
Especies protegidas, que no pueden ser abatidas, salvo mediante una caza selectiva, por lo que, parece poco probable que estén controladas, pese a los daños que ocasionan al entorno de la especie humana.
Lo ideal sería que hubiera parques naturales para esta clase de fauna salvaje protegida y no, como ahora, bajo una falsa cohabitación, dentro de la parafernalia del buenismo y bienquedismo político, con el inevitable conflicto futuro, si aumenta su población y su extensión geográfica, con el gran peligro de ataques y destrozos que representan actualmente para la cabaña ganadera, que necesitan para subsistir en un vientre que no es el suyo, pese a ello, cierto género humano quiere que perdure. Todo ello, sin contar con las enfermedades que puede transmitir, incluso al hombre, y con el aumento de la cifra de accidentes viales mortales.
¿A quién beneficia esta fijación neurótica por este tipo y forma de conservación que, por su incompatibilidad, hace estragos, como poco, en la cabaña bobina y ovina?
Se equivocan aquellos que provocan diciendo que existe una falta de sensibilidad hacia los animales, lo cual no es cierto, sino la existencia de un respeto hacia un compartimento estanco, que no se debe de imponer, ya que genera infinidad de molestias vecinales.
A los integrantes de ciertas sociedades ecolólogas, que alardeen de no tener miedo ni rechazar a las especies animales salvajes, sobre todo a las consideradas como alimañas, sin temor a equivocación posible, podrían ser considerados casi, con toda certeza, ignaros.

Alfonso Campuzano
Sigue a @AIf0ns0

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