miércoles, 6 de septiembre de 2017

SOFOCO PREVIO A UN RESFRIADO CLIMÁTICO


Ante múltiples ecosistemas y microclimas es imposible globalizar el clima que depende del eje, la rotación, y la traslación del planeta azul – Alfonso Campuzano


Pretender globalizar el clima, tal como se ha hecho, y se hace habitualmente, cuando se sabe que existen múltiples ecosistemas y microclimas, es una incongruencia simplista, aunque también una aspiración escatológicamente deseada.
En su desplazamiento por el Universo, el planeta azul tiene que acomodar e interrelacionar dos elementos fundamentales, tanto la tierra como el agua, a los que hay que añadir el aire, representado por la atmósfera; por tanto, el clima como los desastres naturales son intrínsecos a la rotación y traslación, máxime si cambia el eje terrestre, aunque influyen otros numerosos factores.
El que un territorio del planeta se hunda, por la subida del nivel del mar, como ha ocurrido cíclicamente, desde que este planeta existe, y que la población tenga que ser evacuada, es consecuencia de la rotación y traslación terrestres, que conllevan cambio del eje y, por consiguiente, también un cambio climático, pero no como el que nos tienen acostumbrados los clarividentes alarmistas.
Tanto el calentamiento como el enfriamiento del planeta azul, corresponden alternativamente a ciclos, como ha sucedido desde siempre, pues el clima no es irreversible. Es más, casi todo indica que no hay definición unánime de ola de calor, sino una docena, y no hablemos de sequías severas, lo cual conduce a un pesimismo futurible.
Intentar hacer creer que la mano del hombre es capaz de transformar el clima del planeta azul roza la soberbia mental, propia de los humanos, como mucho ayuda, pero nada más.
Ante todo, y sobre todo, la alteración ambiental que vaticinan, sin medios adecuados, debe estar acreditada, no mediante modelos ocurrentes. Intentar conseguir un clima saludable, sin conocer las leyes de la Naturaleza imprevisible, que nos rige, es una utopía y un intento de manipular.
La lluvia, según el tipo de nubes, en sus diferentes modalidades, afecta catastróficamente, y de vez en cuando, a ciertas zonas habitadas, sobre todo cuando se practica un mantenimiento de revisión inadecuado del alcantarillado municipal; o bien, cuando se construye, pese a la prohibición expresa, en zonas donde, cualquier niño de teta sabe que se va a inundar. El ejemplo más claro es el polvo dejado por el boom inmobiliario, en cualquier parte del mundo, convertido en el lodo de la actualidad, al observar desbordamientos y desprendimientos que destruyen lo que encuentra a su paso, incluidas vidas humanas.
Los pantanos construidos en los tiempos preconstitucionales han servido, aunque no se reconozca, para amainar las sequías de los campos, sin olvidar el desarrollo de la electricidad que generaba, que al sobrar se despilfarra y al escasear se dan golpes de pecho; sin embargo, se debería tomar la actitud que algún que otro país ya ha resuelto, pero que no se toma en cuenta por cobardía.
En España, con sus casi ocho mil kilómetros de costa tiene novecientas centrales desalinizadoras, pero repartidas únicamente por la cuenca mediterránea; es más, aparte de que dichas centrales aún son deficitarias, el agua se vende carísima.
Ante lo inexplicable y difuminado, por desasosiego, siempre aparece en el horizonte un vínculo incierto, que explica algo para acentuar el sosiego.

ALFONSO CAMPUZANO
             
         Sigue a @AIf0ns0

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